En la oscura
sombra de la noche,
Que viene
afligir la calma
Me sujeta el
clamor del hombre que se abate
En las celdas
heladas, de la esclavitud que nos come
Paso a paso,
desde la profundidad de su abismo
A quien debo
entregar mi queja, si me hallo
En la
encrucijada del ojo oculto, no importa quién sea ahí
Más quien sea,
no puede ser un dios, por tanto, infortunio
Que cuanto más
pobre el hombre, más cruel
La encrucijada
de su destino
No importa
quién dicte la sentencia
Y todo cuanto
ahí se ponga, si tal estirpe de gobierno
Conozca
primero, el infortunio de llevar a su seno
Semejante
rechazo
No huirá mi
agitado corazón, de cualquier sentencia firme
De la negra
sombra que se come el alma
Valeroso
espero, y con honor, el final
No obstante,
alcé mi voz, lo que mis ojos anchos vieron
Yo conduzco mi
barca, soy el remero de mi propio destino.
Walterr Jose
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