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17 abr 2022

27 MIL NOVESCIENTOS SESENTA Y NUEVE

 

Estoy a la orilla de los campos de espigas

Al otro lado la seca y carreteras de polvo 

Veo en el horizonte sombras que se nublan 

Que se mueven de un lugar a otro

Parecen fantasmas que vienen en direccion a mi

Son sombras que ciegan la espiga

Aun están muy lejos, y me duermo

Vencido por el sonido de las acequias  

Entre las dóciles espigas del arroz     

Acarician mis ojos de niño

El viento y la espiga

Luego despierto con sus propias caricias

Entre ruidos y chasquidos

La espiga y La hoz, la espiga y el viento

 

Surjo entonces del valor, que me levanta para mirarlos

Y las sombras, las nublosas sombras no son fantasmas

Son humanos sudorosos y hambrientos

Ciegan la planta del arroz, la caña

El maiz y el trigo

La tierra no les pertenece

Más allá máquinas que parecen langostas

Con anchos rodillos, dan vueltas haciendo lo mismo,

Es la época de ciega 

Mujeres y niños, hombres hambrientos

Recogen del patrón su cosecha

Son épocas de la tierra ajena.


Walterr José






 

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